jueves, septiembre 3

De una mente que viaja y observa parte I: La perfección

Siempre pensé que ninguna fantasía era imposible. ¿Cómo es que no existen los dragones, las sirenas y El país de Nunca Jamás si podemos tenerlos en nuestra mente? ¿Cómo fue que los inventamos sin poder verlos, sin poder creerlos? Y anoche, en mi camino de vuelta a casa, por primera vez me di cuenta que tal pensamiento es totalmente compatible con la idea de que la prefección no existe.
Claro que no me largo a decir que existe la perfección y somos todos perfectos sin fundamento alguno. Desde hace mucho tiempo, empecé a pensar que la sinceridad de una persona en cuanto a las cosas que le gustan y, sobre todo, las que no le gustan de sí mismo, era la fortaleza mayor de un ser humano, saberse imperfecto.
Anoche, mi pensamiento no se trataba de humanos, sino de objetos diseñados por humanos, planeados por humanos. Pero la conclusión a la que llegué me llevó a relacionarlo con las personas. Uno de mis profesores favoritos, este año citó a un autor que hablabla de "el buen diseño", citando algunas características indispensables para que un producto sea globalmente un buen diseño. Este autor, y ninguno que haya leído hasta ahora, habla del diseño perfecto. Se olvida de agregar en sus pilares, que un objeto debe ser sincero y modesto. Por ejemplo, si una silla no soporta más de 120 kg, no será por ésto imperfecta, siempre y cuando advierta a sus usuarios que no los soportará. Si el usuario entiende eso y de igual modo permite que se sobrecargue la silla, la culpa no será de ella ni de su diseñador.
Si un amigo admite ser un ladrón, por más amigo que sea, el día que te falte alguna de tus pertenencias, no podrás quejarte: el que avisa no es traidor.

1 comentario:

  1. Qué rrrrrrruuuudo/a que sos muerte!!! Si todos me odian vení por mí y llevame lejosssssssss!!! IMBÉCIL!

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