miércoles, julio 21

Ayer

Me pasé mucho tiempo creyendo que el tiempo significaba algo, que mientras las cosas se añejan, son como los vinos, se ponen mejores. Me pasé mucho tiempo creyendo una mentira, los años pasan y las cosas se desgastan, si uno no las alimenta de cosas positivas y las cosas lo alimentan a uno de lo mismo, el paso del tiempo es lo peor que puede pasar.
Y me encanta remarcar "hace X años que conzco a Y persona"... como si eso significara que la conozco demasiado, y cuando me pongo a pensar me doy cuenta que eso, no significa nada, bah, si esas personas están todavía acá, significa que tenemos algo que nos mantiene constantes. Puede ser el mismo pasado, aunque hayamos perdido las cosas en común, o pueden ser cosas en común que mantenemos desde el pasado... Y en realidad eso es importante, la razón! no la cantidad de tiempo!

LA MALDITA RAZÓN que hace que después de cuatro años me sigas enfermando pero me sea imprescindible hablar con vos de vez en cuando... LA RAZÓN, no los cuatro años.

Half a person

Siempre digo que quisiera volver a tener 13 años, y rememoro esa edad como lo mejor que me pasó en la vida. Ciertamente, cuando cumplí trece años fui la persona más feliz.
El cambio en mí empezó con un primer beso, el día de mi cumpleaños, 17 de abril 2004. De todos, que fueron muchos, ese fue el peor, pero fue el primero, fue el del cambio.
Al cumplir 13 cambió mi perspectiva, empecé a perder mi inocencia, pero todavía me faltaban muchas cosas por aprender. Fui inventando cómo desenvolverme frente a las otras personas, frente a ellos, y aunque nunca me fue bien, esa era MI forma de hacerlo, una parte de mí que hasta ese momento no conocía.

Ahora pasaron seis años, seis años. Y aprendí, aprendí de la peor forma las cosas muy tristes. Aprendí que los corazones no se rompen, sólo que las personas cambian de parecer, o a veces nos ilusionamos por cosas que no van a suceder.
Aprendí que un beso no significa nada en realidad, pero en el fondo quisiera que sí.
Aprendí que hay personas que son inolvidables, aunque nos atormenten.

Lo triste de todo eso fue aprenderlo totalmente sola y por mi cuenta, desilusión tras desilusión, y necesité de algunas personas para hacerlo, pero esas personas se fueron y dejaron librado a mi interpretación lo que les pasaba. ¡Como si yo no necesitara sus explicaciones! Pero tampoco supe pedirlas, sé que en eso la culpa es mía... No me quejo, pero aún así me duele. Me duele mucho. Soy una esperadora patológica de explicaciones. 


(creí que escribir esto me iba a ayudar a descargarme, pero no, no es en realidad lo que quería decir... quería decir que crecí, crecí y entendí muchas cosas del juego, y entendí que el juego es dañino... pero las veces que intenté salirme y estar por mi cuenta, y cambiar, para volver a jugar... siempre perdí, siempre pierdo. ESTA VEZ NECESITO GANAR. creí que estaba bien, creí que iba sobrellevando bien las cosas conmigo misma, pero no, NO ESTOY BIEN y no puedo explicar por qué, no estoy bien porque me cansé de perder y ya no quiero intentar ganar, sólo quiero hacerlo, despertarme un día y que todo esté bien, y tener al lado a la persona con la que quiera estar y sentirme feliz. saber lo que se siente, porque jugando estoy perdiendo hace 6 años, y ya no es divertido. Y sé que esa no es la forma, que esas cosas no suceden, que es imposible que brote amor de la nada, pero si no me vas a enseñar a criar amor, tal vez no quiero que me enseñes nada, pero que te despidas de mí primero, y no me digas "sabes que siempre vuelvo" porque también siempre te vas sin saludar, como si yo supiera cuándo vas a volver).
 

sábado, julio 10

Hard love café

Contemplaba su espalda. Ella estaba sentada con su café mirando el horizonte. Siempre miraba el horizonte, como si en él encontrara respuestas. Podía imaginar claramente sus ojos soñadores  y se preguntaba continuamente que estaría pensando, tan tranquila pero tan solitaria.
Su teléfono sonaba pero ella no lo atendería, jamás lo hacía a la hora del café. El llamado era insistente y se dio por vencida, como jamás hacía. Atendió. Por fin pudo escuchar su voz. No era suave como la imaginaba, pero era muy particular, un poco chillona, un poco congestionada, y sin acento. Concentrado en el sonido no prestó atención a la conversación, y de repente oyó un "adiós, te quiero".
Sintió el vértigo en su estómago como si acabara de largarse por una montaña rusa. Una piedra de músculos que se contraían en su diafragma. Ahora... ahora no se animaría a hablarle, ella había dicho te quiero, lo había dicho. ¿Cómo jugaría un extraño contra esas palabras?
 Harto, pidió la cuenta y se fue. Durante el camino pensaba en lo lindo que hubiera sido conocer una mujer como aquella años atrás. Nunca la hubiera dejado ir.
Pasaron los días y siguió yendo al mismo café, se sentó siempre en la misma mesa, pero jamás la volvió a ver, ella no volvió a aparecer, pero el destino los encontraría en el lugar indicado, a la hora indicada cuando fuera el momento de hacerlo, y vivirían felices mientras dure. Aunque nada dura por siempre.

Y ya no sé, tal vez se trate de crecer

(borrador que tenía pendiente de algún momento del 2009. Hoy lo publico, y todavía tiene sentido para mí, la maldita esperadora.)

Pasaba mucho tiempo de su vida buscando "el momento correcto" de cada situación. Despertarse a la hora adecuada, esperar su turno para hablar, poder decir basta, dar el primer paso. Infinita cantidad de acciones que, si bien deseaba realizar, continuamente postergaba, porque "el momento no había llegado"... se pasó muchos años de su vida esperando, intentando vivir a la par, pero sin dejar de esperar y esperar. 
De repente, un día de marzo, del año corriente, el gran amor de su vida le dio la gran consigna: "no, todavía". Casi sin escucharlo (de hecho, su recuerdo es confuso y tal vez, en verdad, no lo haya escuchado) decidió hacer caso omiso a la orden: si no era en ese momento, ¿cuándo sería? Y así fue, como pudo ser feliz por un momento, que ni duró tanto tiempo. Pero también fue el momento en el que sin saberlo, lo estaría perdiendo, por completo. Para siempre.
Pero como todo, el tiempo pasó, y lo que sucedió fue quedando atrás, cada día un poco más. Algunas veces se preguntaba, que pasaría si hubiera esperado que se desvaneciera aquella negativa y hubiera esperado por el fin de ese condicionante "todavía", pero en verdad, nada pasa y nada pasó.... Y ella nunca lo entendió.
No entendió, porque estaba fuera de su campo arriesgarse en destiempo y dejarse llevar, salir de su continuo "algún día" y matar el "no, todavía". Matarlo en fantasía, porque aún, todavía sigue sujeta a esa consigna.

Maldita consigna! ¿Por qué alguien se aferraría a algo tan enrejado? Si viera pasar por su frente todos los "ahora o nunca" que se le presenten, su panorama sería más claro y entendería que EL MOMENTO HA LLEGADO, pero todavía insiste en protegerse detrás de ese escudo inmundo... ¿Protegerse de qué? Si la vida duele y eso la hace vida, el viento frío en la cara es lo que nos hace saber que podemos sentir, y las lluvias torrenciales no nos matan: nos dejan mojados y desdichados, pero sólo por un rato, hasta que sale el sol para darnos su calor, y es en ese momento cuando vemos que, aunque valga la pena esperar, porque lo mejor siempre está un poco más allá, si no vivimos el momento, se nos pasa, y tal vez, si hoy no hace frío, mañana no podamos ver qué bueno que es sentir calor.

lunes, julio 5

La luna es libre

La luna es libre como el viento,
como el cielo, como el mar.
A veces viene, y otras se va.
Siempre se va.

Y ya la dejé de buscar,
me hace mal, y eso es verdad.
Me hace soñar, y eso es verdad.

La luna es libre,
pero no me deja en libertad.
Siempre vuelve y me atormenta.
Siempre me atormenta.

Y ya le prohibí entrar,
me hace llorar, y eso está mal.
Quiero reir, y ella no está.
Ella no está y yo soy feliz.

La luna es libre, y yo también.
Ya no la envidio.
Ya no quiero necesitarla
si no puedo soñarla.