jueves, noviembre 19



Y dos palabras alcanzan para que la ciudad que habías construído se caiga al estilo dominó, ladrillo a ladrillo. Dos palabras para que se desatara la más terrible tormenta en tu cabeza y llovieran tus ojos tan fuerte que no aguantaste el grito del interior.
Todo el color se situó en el centro, en una bola enorme que se burlaba de vos, haciéndote sentir insifnificante.
Hasta que por fin, te hicieron dar cuenta que todo ese color concentrado en el centro de tu cara es lo que te hace fuerte, mucho más fuerte que ellos ,que no se animan a decir ni que SÍ ni que NO cuando les preguntás algo realmente importante., y mucho, mucho más fuerte que los que se niegan a que los ayudes por temor a disminuír su "HOMBRÍA".

Y ya, qué te importa lo que piense de vos un chegusán si, aunque HOY NO, sabés que viene algo mejor.

Y así, de a poco, fuiste reconstruyendo los muros caídos y los levantaste de nuevo, dejando una puerta a disposición del que pase por ahí. Si alguien quiere entrar, sólo tiene que llamar, y cuando veas por la mirilla, vos sabrás decidir a quién dejar pasar.

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