sábado, julio 10

Hard love café

Contemplaba su espalda. Ella estaba sentada con su café mirando el horizonte. Siempre miraba el horizonte, como si en él encontrara respuestas. Podía imaginar claramente sus ojos soñadores  y se preguntaba continuamente que estaría pensando, tan tranquila pero tan solitaria.
Su teléfono sonaba pero ella no lo atendería, jamás lo hacía a la hora del café. El llamado era insistente y se dio por vencida, como jamás hacía. Atendió. Por fin pudo escuchar su voz. No era suave como la imaginaba, pero era muy particular, un poco chillona, un poco congestionada, y sin acento. Concentrado en el sonido no prestó atención a la conversación, y de repente oyó un "adiós, te quiero".
Sintió el vértigo en su estómago como si acabara de largarse por una montaña rusa. Una piedra de músculos que se contraían en su diafragma. Ahora... ahora no se animaría a hablarle, ella había dicho te quiero, lo había dicho. ¿Cómo jugaría un extraño contra esas palabras?
 Harto, pidió la cuenta y se fue. Durante el camino pensaba en lo lindo que hubiera sido conocer una mujer como aquella años atrás. Nunca la hubiera dejado ir.
Pasaron los días y siguió yendo al mismo café, se sentó siempre en la misma mesa, pero jamás la volvió a ver, ella no volvió a aparecer, pero el destino los encontraría en el lugar indicado, a la hora indicada cuando fuera el momento de hacerlo, y vivirían felices mientras dure. Aunque nada dura por siempre.

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